casa museo logo

M. Trigo Trigo

Autoretrato Modesto Trigo

El pintor gallego Modesto Trigo Trigo (1960), ha logrado poco a poco conquistar la capital del país desde una obra firme, construida con una perfección técnica que sin embargo busca lo que está más allá de la técnica, el espíritu, el decir ese algo que no puede ser dicho, como dicen los cuadros que han marcado la historia de la pintura. Logra una atmósfera que hace de él un filósofo y no tanto un hiperrealista, porque para intentar imitar a la fotografía ya está ésta y se ahorra el esfuerzo logrando lo mismo. Transmite la sensación del espacio con veladuras, se palpa el ambiente del tráfico, incluso la contaminación resulta hermosa, la vida actual se despliega ante nuestros ojos con sus contradicciones.

La última etapa de Trigo le ha conducido a una síntesis de las anteriores. Cabe observar cómo, cuando llega a la cima de una modalidad pictórica, cambia de tendencia y, en cierto modo, de estilo, en un afán de continua superación, de buscar universos todavía no creados por su pincel. Se halla una fusión de estilos en perfecta simbiosis que colocan, junto a un cielo impresionista, unos edificios realistas sobre un paisaje abstracto o expresionista, como pretendiendo transmitir la escondida esencia que a veces nos oculta en su desvelarse la misma realidad. Con afán de mostrar la esencia de la humanidad, Trigo muestra lo oculto en el mismo mostrar y se ha desvelado como autor que pretende lo máximo, su pintura tiene la impronta de esa pulsión hacia lo universal. La facilidad natural que se le ha dado a través del pincel le ha llevado a ser uno de los pintores más fecundos de nuestros días. Trigo sabe transmutar en goce estético, escogiendo de lo cotidiano su rostro más interesante para que la obra nos lleve más allá de sí misma. Por ello, Modesto Trigo se une a la esencia de los que en la historia del arte han quedado grabados con sus nombres haciendo frente al olvido, no tanto por el estilo o la apariencia formal -con una técnica que sigue a los clásicos usa una sensibilidad sin embargo diferente- sino por su contenido transcendental. Trigo logra gustar de un modo natural al gran público, pero no se queda ahí y su obra transciende la superficie, hace soñar poblando el mundo con su fantasma subjetivo, lleva a lo que no se ve, de lo claramente visible a lo invisible, pues no otra cosa es lo propio de las grandes obras.

ILIA GALÁN (Crítico de arte y profesor de Estética en la Universidad Carlos III de Madrid)

La última etapa de Trigo le ha conducido a una síntesis de las anteriores. Cabe observar cómo, cuando llega a la cima de una modalidad pictórica, cambia de tendencia y, en cierto modo, de estilo, en un afán de continua superación, de buscar universos todavía no creados por su pincel. Se halla una fusión de estilos en perfecta simbiosis que colocan, junto a un cielo impresionista, unos edificios realistas sobre un paisaje abstracto o expresionista, como pretendiendo transmitir la escondida esencia que a veces nos oculta en su desvelarse la misma realidad. Con afán de mostrar la esencia de la humanidad, Trigo muestra lo oculto en el mismo mostrar y se ha desvelado como autor que pretende lo máximo, su pintura tiene la impronta de esa pulsión hacia lo universal. La facilidad natural que se le ha dado a través del pincel le ha llevado a ser uno de los pintores más fecundos de nuestros días. Trigo sabe transmutar en goce estético, escogiendo de lo cotidiano su rostro más interesante para que la obra nos lleve más allá de sí misma. Por ello, Modesto Trigo se une a la esencia de los que en la historia del arte han quedado grabados con sus nombres haciendo frente al olvido, no tanto por el estilo o la apariencia formal -con una técnica que sigue a los clásicos usa una sensibilidad sin embargo diferente- sino por su contenido transcendental. Trigo logra gustar de un modo natural al gran público, pero no se queda ahí y su obra transciende la superficie, hace soñar poblando el mundo con su fantasma subjetivo, lleva a lo que no se ve, de lo claramente visible a lo invisible, pues no otra cosa es lo propio de las grandes obras.

ILIA GALÁN (Crítico de arte y profesor de Estética en la Universidad Carlos III de Madrid)

Obras